Cuando hablamos de poesía
y recitas despacio tus últimos versos
buscando mi aprobación
me dan ganas de darte un pellizco en la nalga izquierda
o morderte el dedo con el que señalas las sílabas
sacarte de tus casillas y colocarte en las de enfrente
para que veas
cómo nos removemos en nuestras sillas
con tus imputados e imputadas
en los recortes de cifras y letras
con esas bestias a las que les da igual
aunque a nosotros nada nos de igual
cómo nos reímos de nosotros mismos
pues es cierto
todos se sienten jefes en algún momento
y la leche que mamamos los poetas
ya se sabe
esperma, pedos, flujo, leche entera vitaminada
y siempre pidiendo por el placer de pedir
pero no
no queda aquí la cosa
también verías cómo se nos encienden las vísceras
y algún nudo invisible une de tajo tanta glotis desnuda
frente a los archivos del antiguo Cuartel
de la Guardia Civil de Venta del Moro (ya sabes)
mientras nos roban la comida en las narices
o con el puto esférico arreando a las bestias
sí, otra vez aparecen las bestias
o cómo fantaseamos
cuando no podemos pegar ojo
y hace frío ahí fuera
tanto como aquí dentro
con el amor siempre de cuerpo presente
donde deberíamos rozarnos la piel
más a menudo;
aunque no
es mejor que no te des cuenta
y sigamos trabajando
día a día
mano a mano
hombro a hombro
labio a labio.
Beatrice Borgia, 13 de abril de 2013