La verdad es una bestia de cinco cabezas
que sale a alimentarse los viernes por la noche.
La verdad se ensaña con las visceras
coloca la cava donde la aorta
y acaba provocando un tsunami
de ciento noventa pulsaciones
por minuto.
La verdad te araña los tobillos
desordena los horizontes
y exhuma aquellas cutículas
que se dieron a la fuga
tras el gesto prohibido.
Pero la verdad:
qué importa.