Oscurece. Es tiempo de cosecha.
No vamos lejos, no te preocupes, allí arriba solo hay paz; estos montes me han visto crecer, al lugar donde vamos acudía a meditar con la única compañía de las estrellas y la ciudad, allí abajo, donde las personas habitan inframundos en los que no hay cabida para brujas ni magas.
Me gusta verte reír. Tantos días se han sucedido sin apenas mirarnos… ¿cómo hacer para que esos labios no me invitaran a la locura? Exquisita locura, dicho sea de paso: disimulo y contención, que me arrastran al vacío y en ellos me pierdo ¡cuántas visitas fugaces al lavabo dada al onanismo más feroz!!
Y ahora estas aquí: no hay expectativas, ya no, tan sólo ese tequila que danza esperando la lluvia, bajo este cielo plomizo brindaremos por el placer de brindar, nada más. Ahí está mi roca, erosionada por las confidencias ¿la ves? podemos sentarnos sin prisa, tiene toda la noche para nosotros.
Seguimos riendo. No puedo parar de reír, me agito nerviosa mientras se abre y cierra tu boca pariendo palabras que no alcanzo a oír, bombea mi pecho más de cien latidos por segundo… lo reconozco, siempre he sido pésima en esto de la contención en las distancias cortas, regamos los segundos con alcohol.. y salto.
Ya no hay noche, cielo ni ciudad, tan solo comisuras que se desgranan explorando rincones suscritos al deseo; no digas nada, sigue besándome, demasiados besos perecieron entre la improcedencia y el recato que poco o nada tienen que ver conmigo ¿acaso no nacemos libres? y el placer es tan efímero…
Me sobra el tejido que cubre la piel, desnudos de prejuicios, déjame saborearte por entero: pilares de pasión desbordada, tengo sed de esa espalda largo tiempo adivinada, regando de aliento el nacimiento de tus cabellos, donde anida la magia; hambre de tobillos, pantorrillas, corvas, caderas, nalgas… sáciame, que no hay final para esta gula inacabada, en tu pecho nacen poemas y en tu sexo adivino el cielo.
La lluvia nos acompaña, el falo encendido se estremece en mi garganta… y lamo y relamo, trazo surcos, revoloteo, perfecto manjar de súcubos rebautizados. No hay donde esconderse, las gotas abren estos pezones al viento mientras te siento dentro, muy adentro, mi coño danza abrazos acompasados mientras gimes alzando el vuelo, somos polvo y agua, sigue, sigue entre destellos, clamo a Lilith por el resto de mortales… y ascendemos.
Desnudos nos abraza la madre Tierra entre humedades proscritas largamente esperadas; somos gozo y sombra sin condena para el deseo original, tan solo estas pieles
y el tequila en las pestañas.
Beatrice Borgia, 30 de octubre de 2012